Shigeru Ban ya dejó claro que con tubos de cartón y cajas de fruta se podía levantar una arquitectura de emergencia. En la reciente edición de Arco, Cristina Parreño y sus alumnos del Massachusetts Institute of Technology (MIT) han demostrado de nuevo que, incluso con los medios más simples, la planificación es tan importante como la ejecución. Las herramientas de esa planificación son, en realidad, las de la realización. Eso es lo que Parreño enseña en el MIT.
La obra, una sensual y excesiva cubierta que marcaba con una topografía aérea el acceso a la Fundación Arco en la última edición de la feria madrileña, consiguió a partir de lo más sencillo (tubos blancos de cartón) lo más complejo: una cubierta fragmentada, ondulante y sinuosa.