La fealdad

QUÉ BESTIALIDAD

Hemos vuelto, queridos lectores y lectoras; pero hemos vuelto esta vez con furia, con enojo y con más bilis que antes. Bilis que es generada una vez más por las BRUTALIDADES ARQUITECTÓNICAS que se cometen en nuestra querida ciudad porteña, muy a pesar de los sacrificios que hace Guayaquil por mantenerse guapa, a pesar de lo que hacemos los arquitectos, los publicistas y los burócratas.

Por nuestra parte, nunca hemos dudado en señalar al edificio del Ministerio de Agricultura y Ganadería como el Edificio MÁS FEO de Guayaquil. Se trata de un «Frankenstein» de hormigón armado y vidrio. Frankenstein en todo su concepto. Al igual que la mostruosa criatura que engendrara el obsesivo Doctor, este edificio parace haber sido hecho con pedazos de otros muertos. Muertos que deben haber sido «bonitos» (ustedes saben cuánto odio esa palabra), cuando estaban vivos y dentro de su contexto. Peor acá, los pórticos «a lo Niemeyer» no tienen nada que ver con una torre amorfa, entre lo cilíndrico y lo triangular, entre el homrigón supuestamente brutalista, pero pintado redundantemente de hormigón y el vidrio roto y abandonado de su indescriptible fachada. A todo esto, súmenle ese extraño «sombrero chino» que tiene al lado opuesto a la torre. Es un monstruo. Un reflejo de la ingenuidad con la que la tecnocracia súbdita de las dictaduras setenteras generó el plan del Eje Urbano «Quito-Machala»; donde según ellos, emergería una ciudad llena de rascacielos. Nueva York en el trópico, …ahí tienen el resultado.

Pero, tal parece que este edificio no es lo suficientemente feo a algunas personas, las cuales desde diferentes bandos, han decidido colaborar con el fin de volvero más abominable. ¡y lo lograron!

Ahora resulta que este estorbo de hormigón, utilizado actualmente sólo en un 20% de su capacidad original, soporta una publicidad HORROROSA, que aporta con su granito de arena (por no decir que con una cantera enorme) a la contaminación visual de Guayaquil. Esa taza de Nescafé es una de las razones por las cuales he empezado a tomar más capuccinos del «Sweet & Coffee». Afea aún más la ciudad. Denota la calidad de ESTORBO que tiene el edificio que la sostiene. Ahora, Guayaquil tiene una cosa fea sobre otra cosa fea. ¡Si parece que ambas porquerías estuvieran copulando, con la intención de engendrar más fealdades!

Por eso hago este grito desesperado, a los publicistas, arquitectos y comunicadores, con la intención de invitar a la reflexión sobre el asunto. De lo contrario, haremos de los edificios de Guayaquil una suerte de lamentable mostrador; y así como tenemos una taza de «Nescafé» sobre el MAG, luego tendremos un «Tetra Pak» de «Natura» sobre el deficio «Forum»; y más allá, un bolón de verde gigante del «Café de Tere» sobre el edificio «Huancavilca».

¡Que los Dioses nos libre de semejante pesadilla!

Y ya que hemos tocado ya el tema, si esto llega a manos de alguno de los publicistas que manejan la cuenta de NESTLÉ, por favor, ¡recapaciten! Esta vaina de la taza está peor que la del avión.

La publicidad no debería meterse a la brava en los ojos del consumidor. La buena publicidad persuade, sin imponerse. Eso diferencia la publicidad vulgar de la publicidad inteligente, hecha con buen gusto y astucia.

burrada mag

Vía: ladrillazos

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