Ciudad del conocimiento: arquitectos españoles diseñan una urbe sostenible en China

Hace unos días, el prestigioso arquitecto Norman Foster visitaba Madrid. Durante su estancia recordó la dúplice realidad del negocio de la arquitectura: «La construcción es una industria creciente. Se espera que crezca un 65 por ciento para 2020. Ahora genera 125.000 millones de dólares de ingresos y cuenta con más de un millón de trabajadores, de ellos 400.000 arquitectos, la mayor parte europeos. Sin embargo, en Europa la actividad sólo representa un dos por ciento de estos ingresos». Mientras no cambien las cosas por esta latitud, hay que «ir donde está la acción», dijo Foster.

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Los estudios Baum Arquitectura y Sodinur hace seis años, antes de que irrumpiera la crisis, decidieron responder a la llamada de China y ahora han conseguido alzarse, junto al equipo local Est-Line, con el primer premio del concurso organizado por la región de Guizhou para planificar una nueva ciudad universitaria en el municipio de Dushan. El desarrollo forma parte del plan de inversiones previstas por el Gobierno para desarrollar las regiones del centro y oeste del país, bajo el lema «Go West»: «El interior sigue siendo la profunda China, aunque está comenzando a abrirse» explica Miguel Gentil, arquitecto miembro de Baum; con estas premisas es fácil jugar con la idea de la conquista del «Far West».
La ciudad del conocimiento ocupará 600 hectáreas y se destinará a uso universitario; en 240 hectáreas contará con cuatro centros  para 50.000 alumnos y 400.000 habitantes totales. El resto del espacio se dividirá en usos comerciales, viviendas y oficinas «Para 2013 tiene que entrar en funcionamiento una de las universidades y en tres años todas las demás», afirma Gentil. La rapidez es sin duda una de las características de la urbanización en el país asiático, sumido en un fenómeno único en el campo de la arquitectura. 930.000 chinos vivirán en ciudades antes de 2030. Alcanzar esta cifra significa crear una Beijing cada año durante 35 años: «Las metrópolis se crean de la nada, al margen de la historia, y surgen como consecuencia de operaciones  económicas; por ejemplo el barrio de Pudong en Shanghái se ha erigido de la nada en 15 años. El Big Bang urbano produce desequilibrios con el entorno. En 2005 el Banco Mundial afirmó que 16 de las 20 ciudades más contaminadas del mundo estaban en China. La diferencia con el «boom» de España es que allí las viviendas sí son necesarias», explica Gentil.
El mismo país capaz de replicar ciudades europeas en su propio terreno o erigir rascacielos en 15 días se encuentra en un estado anterior a la sostenibilidad, aunque las cosas afortunadamente están empezando a cambiar: «China es un país en obras, donde se produce la ciudad del futuro y gran parte de los productos que consumimos. Hay una nueva generación de arquitectos chinos y colaboraciones con estudios extranjeros que están trabajando en el respeto medioambiental», explica Gentil. Una muestra del cambio es este desarrollo, a caballo entre el respeto de las tradiciones chinas y lo mejor de la experiencia arquitectónica europea. Primero porque las zonas verdes son las grandes protagonistas del Master Plan y segundo porque se respetan los contornos de la montaña de 90 metros de altura que corona la ciudad existente y la nueva: «Algunas propuestas abogaban por la demolición de este hito natural», explica Gentil, mientras que en el desarrollo ganador la montaña se transforma en el «Central Park» de Dushan. Y no es la única zona verde. La línea férrea, que previsiblemente se elevará, se acompañará de 2,5 km de parque lineal y cada área o bloque constructivo girará en torno a una plaza ajardinada: «Cada uno con su identidad, como la zona de las flores, para potenciar el trabajo comunitario. China significa país o tierra central», afirma el equipo.
La idea es minimizar el uso de transporte privado con la creación de una red peatonal. Además, cada bloque proyectado funcionará como un barrio independiente. Este urbanismo concentrado de usos mixtos elimina la posibilidad de que se creen guetos; la ciudad dormitorio de una parte, las oficinas en otra zona de la ciudad, etc. Además, independiza al ciudadano del automóvil y favorece futuras ampliaciones. «En España nos ha costado mucho tiempo entender que la calle es parte de nuestra casa. La altura de los edificios prevista será de 3 o 4 plantas y eso para China es muy poco. Allí la regulación en altura suele ser de mínimos, no de máximos», explica Gentil.
En esta fase se definirán más detalles de la futura ciudad y habrá que ver si será eficiente integrar energías renovables como solar térmica o fotovoltaica: «Es una zona muy nubosa», dice Gentil. El plan prevé también la recuperación de aguas pluviales y el tratamiento de aguas grises para el riego y la construcción de edificios con prefabricados; aunque la gran conquista de este proyecto no es sólo la entrada de España en el negocio de la construcción china, sino también un desarrollo verde que minimizará la contaminación de vehículos privados para los desplazamientos.

Vía: larazon.es

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